Evaristo, seminal cantante de sangre, voz y corazón caliente con más de tres décadas a sus espaldas rompiendo quinielas y todo tipo de tópicos (como el que dice que ‘nadie es imprescindible’), regresa por cuarta vez consecutiva por sus fueros con Gatillazo; y firmando éste, uno de sus mejores discos al frente de dicho grupo, lo hace obligándonos totalmente a reafirmarnos en lo dicho: que el legendario y carismático vocalista de Salvatierra-Agurain sigue siendo no ya insustituible, sino único: así lo deja entreverSangre y Mierda, su flamante apuesta discográfica para el presente 2011.
Sangre y Mierda, CD conceptual así titulado en honor a tan significativas constantes en la vida del ser humano, es una apuesta de ‘catorce’, y no sólo por el número de canciones que lo integran: un disco de catorce aciertos, a la vista de lo acertadas que, se miren como se miren, resultan las composiciones, habiendo hecho gala Evaristo una vez más de su inefable Magisterio de Autoridad a la hora de componer. De su condición de autoridad en la materia a la hora de sentar cátedra haciéndolo, siendo como es la personificación del punk en castellano. Bueno, y en opinión de muchísimos seguidores, del viejo estilo en general, por más que surgiera en Inglaterra.
Siguiendo con el nuevo disco, diremos que estos son los títulos de los trepidantes y clarividentes fotogramas sonoros que laten por sus surcos: ‘Esto Es Vida’ (composición exultante y festiva por igual, rabia e ironía mano a mano), ‘Treinta y Tres’ (tal vez dedicada a un país enfermo, concebida y plasmada en 33 segundos desde la urgencia más absoluta), ‘Caos Perfecto’, ‘Un Poco De Respeto’ (por lindes cercanas a The Kagas y The Meas), ‘No Love’, ‘Guerra Social’, ‘Dos Sabores’, ‘Vistiendo Al Muñeco’, ‘Mucha Muerte’, ‘Básicamente Mierda’, ‘No Quiero Dios’, ‘Sangre y Mierda’ (elegido primer single, imposible encontrar mejor tarjeta de presentación) y ‘Hoy Palmamos’, perfecto broche final para una obra llena de rabioso, irreverente y provocativo punk-rock: principios éstos propios del rock en general en otros tiempos y, en los actuales, tantas veces cambiados por otros.
Sangre y Mierda, ¿Sangre, honor y gloria? Sangre y Mierda –a las claras-, como el resumen de nuestras vidas: catorce calambrazos concebidos a la mayor gloria de nadie, seamos claros. Catorce composiciones inspiradas por y para un mundo en descomposición. Así pues, he aquí un corpus vivo de canciones cuyos fluidos al rojo, ricos en electrizantes melodías, discurren de forma totalmente encabritada antes de desembocar en unos estribillos que, explosivos, dejan hecho trizas otro tópico, por cierto: que ciertas cosas no se pueden decir ni más altas ni más claras. Un disco que, en el nombre del punk, nos recuerda que el degenerado género, la al parecer incurable enfermedad que convulsionó la música en los 80, goza de buena salud. Sangre y Mierda, pura vida en feliz maridaje a la vista de la evidencia, de que entre sangre y mierda nacemos, vivimos y que entre ambas seguiremos hasta el incomparable momento de la muerte.
Sangre, mierda y vida –así las cosas-, mucha vida, porque aquí huele a vida: lo que hay en el
disco. Mucha ‘mierda’, que vaya bien, Gatillazo.